miércoles, 9 de marzo de 2011

LA FLOR MÁS BONITA

Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región
norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía
casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la
corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció
que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.
Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre
los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un
sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la
joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le
preguntó:
"¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte
estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no
hagas que el sufrimiento se vuelva locura" Y la hija respondió:
"No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré
escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del
príncipe. Esto me hará feliz" Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas
las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las
más determinadas intenciones.
Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío: "Daré a cada una de ustedes una
semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por
mí, esposa y futura emperatriz de China" La propuesta del príncipe seguía las
tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean:
costumbres, amistades, relaciones, etc. El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía
mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de
su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que
preocuparse con el resultado.
Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero
nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo.
Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y
dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella
regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por
unos momentos.
En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían
una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella
estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento
esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y
atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado: Aquella bella
joven con su vaso vacío sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más
inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella
que no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó:
"Ella fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la
flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles".

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