sábado, 24 de marzo de 2012

El incorrectamente denominado ‘Desempleo juvenil’

El periódico El País inició una serie este pasado Domingo 11: “#nimileuristas”, el suplemento ‘Domingo’ publicó su primera entrega. Comentario esta serie es megaesencial para entender este fenómeno: el del desempleo juvenil en España: 49,9%, pero ojo: 22,4% en Europa. (20% y 10% cuando ‘el mundo iba bien’). Ya hemos hablado de este tema aquí; volvamos.
¿Por qué se da esta situación?. Pienso que mentes interesadas están desvinculando el desempleo total y el juvenil: el desempleo juvenil es del 49,9% PORQUE el total es del 23,3%; es decir, España tiene un desempleo juvenil de espanto porque lo es su desempleo total.
Ambos desempleos son tremebundos por una única razón: porque la demanda de trabajo es menor que la oferta de trabajo … de cualquier edad; es decir hay más personas que quieren trabajar que puestos de trabajo hay disponibles. ¡Y eso que en España hay menos gente que dice que quiere trabajar que en otros países, que si creciese ese número la tasa de paro se iría el 35%.
¿Cómo se arregla esa situación?. Si por ‘arreglo’ se entiende que la oferta de trabajo aumente a medida que lo haga la demanda, no hay arreglo posible aunque los salarios se hundan hasta las alcantarillas más profundas: el nuevo modelo apunta hacia la optimización creciente en el uso de recursos, es decir, en la mejora continuada de la productividad de los inputs, por lo que la demanda de trabajo tiende a la baja; insisto: aunque las remuneraciones se derrumben hasta casi cero.
Si por ‘arreglo’ se entiende que la tasa de paro se reduzca, la única vía es que lo haga la oferta de trabajo, ¿cómo?, o a través de reducciones de la población activa computando como tal aquellas personas absolutamente necesarias y a las necesarias aunque sea de forma parcial y/o temporal, o a través de reducciones de la población total. No hay ninguna otra vía teniendo en cuenta que somos humanos y tenemos necesidades físicas que cubrir, necesidades por las que hay que pagar, sea con dinero, sea con mercancías vía trueque. Pero, además, sería preciso asumir algo más.
Como la tecnología cada vez va a posibilitar más cosas, variables como género, edad, etnia, procedencia o localización, van a tener cada vez menos importancia y lo único que va a ser esencial es que las personas que tengan que realizar la tarea sean las idóneas: las más capaces, por lo que eso supone que haya mujeres de 80 años de edad trabajando junto a hombres de 25, y personas de 90 años ‘inactivas’ junto a otras de 20, 40 o 56. Es decir, habrá personas que no se jubilarán jamás, y otras que siempre estarán jubiladas.
Evidentemente todo lo anterior lleva a un terreno terrible: el de la remuneración del factor trabajo. Como la optimización de los recursos tenderá a infinito, pienso que quienes verdaderamente sean necesarios obtendrán muy elevadas remuneraciones; quienes no lo sean obtendrán meros subsidios de subsistencia que se extenderán toda la vida de la persona. ¿Las pensiones de jubilación?, distintos estudios muestran que lo que ahora se entiende por ‘pensiones’ dejará de percibirlo toda aquella persona nacida después de 1960.
¿La emigración?, vale, pero ojo: si a una ingeniera española le contratan en otro país, estará ocupando un puesto de trabajo que no ocupará otra persona con tal titulación de ese país o de cualquier otro; recuerden: la demanda de trabajo tiende a menos mientras que la oferta de trabajo tiende a más.
¿Polarización de la sociedad en dos polos: los necesarios y los no-necesarios?, pienso que si, y eso no hay quien lo arregle. Entre 1855 y 1910 50 millones de europeos emigraron a América, sobre todo a USA, lo hicieron porque sobraban en Europa, y eso a pesar de sucesos como la Guerra de Crimea, por ejemplo. Si, afortunadamente, ya no ocurren eventos como ese y la emigración a Marte no es factible, la salida para reducir las-tasas-de-paro es la caída de la población activa, siendo su corolario la miserización de la población media y la caída del PIB en muchos puntos, en muchísimos, tanto por el lado de la demanda: consumo-de-todo-por-parte-de-todos, como de la oferta: exceso-de-capacidades-de-todo.
Y no, cuando hayamos llegado ahí el ‘Yo por menos!’ ya no tendrá ningún sentido, ni para los jóvenes ni para nadie.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.

Fuente: La Carta de la Bolsa

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