Información crítica sobre
las causas y efectos en la salud de la radiación electromagnética. Soluciones
prácticas.
¿Qué es?
La electrosensibilidad forma parte de las nuevas enfermedades surgidas en el
seno de las sociedades desarrolladas.
Se trata de una enfermedad notoria recurrente
provocada por la exposición a campos electromagnéticos. Ser eléctricamente
sensible significa poseer un
conjunto de síntomas (dolor de cabeza, cansancio
crónico, dificultad para dormir...) que se activan o se intensifican al
encontrarse cerca de aparatos eléctricos, transformadores, antenas de telefonía
móvil y/u otras fuentes
de
radiaciones. Sin
embargo, la persona afectada no aparenta tener problema alguno mientras no se
exponga a los campos eléctricos. Toda enfermedad recurrente que sea producida por
radiaciones, y que disminuya o desaparezca cuando uno se aleja de la fuente que
los genera, constituye un caso de sensibilidad
electromagnética.
El también llamado Síndrome de las
Microondas afecta sobretodo a
personas con
el sistema
inmunitario
debilitado, o en fase de
desarrollo (ancianos, enfermos, niños…) aunque cualquier persona
con buen estado de
salud puede llegar a padecerla si su exposición a
las radiaciones se hace intensa y prolongada. Cursa con síntomas de
insomnio,
cansancio o irritabilidad. No
es mortal, aunque puede acabar degenerando en
enfermedades como el
cáncer así como provocar diversos trastornos neurológicos en caso de no
reducirse la exposición.
De igual forma que la Sensibilidad Química Múltiple puede hacer que una persona se
haga muy sensible a dosis muy pequeñas de productos químicos, los afectados
por
hipersensibilidad electromagnética pueden hacerse sensibles a
niveles de radiaciones que normalmente, para el público en general, pasarían
desapercibidos. Por otra parte, la
mayoria de las personas intoxicadas
por productos químicos (insecticidas, pesticidas, metales pesados,
dioxinas, etc.) padecen de
electrohipersensibilidad sin saberlo.
Hoy se sabe con
certeza que los campos electromagnéticos interfieren en el funcionamiento de
nuestro organismo y de todos los seres vivos.
Numerosos estudios científicos lo
demuestran. Por ejemplo, la alteración del ciclo de
producción de la hormona melatonina, que
regula el sistema inmunitario y hormonal (estudios del profesor
José Luís Bardasano,
Director del Departamento de Especialidades Médicas de la madrileña Universidad
de Alcalá de Henares) o de daños en el ADN que trasporta la
información genética de las células (informe REFLEX, participado por investigadores de más de 12 países
europeos y financiado por la
UE con más de 3 millones de euros).
Las personas sensibles a
las radiaciones presentan síntomas característicos:
- Cefalea
- Insomnio
- Cansancio crónico
- Irritabilidad
- Alteraciones en la piel, incluido picor, quemazón
- Infecciones recurrentes
- Dificultad para concentrarse
Pérdida de memoria a corto plazo
- Tristeza sin motivo aparente
- Alteraciones cardiacas, mala circulación sanguinea
- Desorientación
- Congestión nasal
- Disminución de la libido
- Trastornos del tiroides
|
- Escozor de ojos
- Acúfenos
- Ganas de orinar frecuentemente
- Nerviosismo
- Devilidad capilar
- Manos y pies fríos
- Rigidez muscular
|
|
Según las últimas estimaciones
para las sociedades modernas la población electrosensible oscila ya entre el 3 y
el 5%, lo que eleva a unos 13 millones el número de europeos que sufren este
mal. En Suecia, primer país que aceptó la
electrosensibilidad como causa de baja laboral (invalidez física), la cifra de
afectados se eleva a 290.000.
Las personas que padecen
hipersensibilidad a los campos electromagnéticos ven mermada enormemente su
calidad de vida no sólo por sus síntomas físicos sino también por los profundos
cambios emocionales que suele llevar aparejados. A esto último hay que añadir
una serie de inconvenientes: por un lado, la dificultad de su diagnóstico
(de tipo clínico, aunque la mayoría de los médicos no la
identifican aún en su consulta porque en nuestro país todavía no
está tipificada) hace que a la persona que empieza a padecer el conjunto de
síntomas se la derive de especialista en especialista. Estos errores de
diagnóstico, con frecuencia agravan el síndrome, pues hacen que el sujeto
permanezca expuesto largos años al agente causal y retardan el tratamiento
correcto. Por otro lado, las personas con este problema comienzan a recibir la
exclusión social, empezando por los familiares, amigos y después en su trabajo.
Se les califica de alarmistas, vagos, hipocondríacos, inadaptados sociales...
cuando en realidad lo que están padeciendo es
una enfermedad orgánica descrita por la Organización Mundial de la
Salud.
Cada vez se hace más evidente
que a las personas que ostentan el poder no les interesa el reconocimiento de
las enfermedades que van en contra de los intereses de mercado y/o traen consigo
claras responsabilidades legales (para las empresas de las telecomunicaciones y
eléctricas), o que no son suficientemente fáciles y rentables (para
la gran industria farmacéutica).
Todo ello a pesar de que el
Parlamento Europeo a través de sus recientes resoluciones de 2 de abril de 2009 y de 27 de Mayo de 2011,
ha solicitado a todos los estados miembros que sigan el
ejemplo de Suecia y reconozcan la electrohipersensibilidad a fin de
proporcionar una protección adecuada y garantizar la igualdad de oportunidades
entre quienes la padecen.
El pasado 23 de
mayo de 2011 Minerva Palomar
se convertía en la primera trabajadora en
España a la que un juez ha concedido “la
incapacidad laboral permanente y absoluta” por hipersensibilidad
electromagnética y ambiental, dotándola con una pensión equivalente al cien por
cien de su sueldo.
Como evidencia de lo
que las actuales leyes que regulan los niveles de exposición a
radiofrecuencias por una parte y los medios de comunicación por otra nos ocultan
basta con leer los testimonios directos de las personas afectadas de hipersensibilidad a
los campos electromagnéticos, radiofrecuencias y
microondas.
Para evitar llegar a estos
extremos es conveniente prevenir, y para ello (y mientras que las
autoridades no lo hagan) es conveniente identificar y reducir al
máximo nuestra exposición en los entornos doméstico y
laboral, con el fin acercarnos
al objetivo de vivir en lugares libres de contaminación electromagnética (zonas
blancas).
¿Qué causa la elctrosensibilidad?
Actualmente los focos más
recurrentes de contaminación
radioeléctrica son las antenas de telefonía móvil, a la par
que los
teléfonos inalámbricos (DECT) y los routers WIFI instalados en el interior de
las viviendas. Todos ellos emiten microondas de manera permanente (24 horas/día
y 7 días/semana) en los lugares donde se instalan. Los teléfonos móviles, a
diferencia de los anteriores, sólo nos pueden exponer a niveles de
emisión
altos durante
el establecimiento de las llamadas y el tiempo de duración de la
conversación.
Últimamente, les ha dado a nuestros alcaldes por ser
“modernos” y colocarnos conexiones a internet inalámbricas gratuitas para todo
el barrio. En el entorno WiMAX (similar al
WiFi pero con un mayor alcance) que preparan
para nosotros la contaminación electromagnética es constante, omnipresente e
invisible. En la ciudad de Madrid por ejemplo,
los distritos de La Latina, Chueca y Gran Vía ya
la tienen, además los kioskos y autobuses municipales, que se unen a
los ya existentes puntos de acceso
gratuito en centros culturales, deportivos y de ocio.
Ante la
actual oposición generalizada de las comunidades de vecinos a instalar antenas
de telefonía móvil en sus tejados, las operadoras de telecomunicaciones están
buscado nuevas opciones. Una de ellas son las picoantenas.
Son pequeñas y están situadas en las fachadas a la altura de la
calle, a veces camufladas dentro de los rotulos luminosos de locales
comerciales, que les alquilan el espacio, o mimetizadas en las paredes. Son las
mismas que ya se han instalado en algunas estaciones de metro
para tener cobertura tambien bajo tierra.
Otra configuración son las
femtoceldas, que con la forma y el tamaño de un router se instalan en el
interior de las viviendas, oficinas, etc. En su publicidad se identifican como
ADSL con tarifa plana para teléfonos móviles, entre otros.
Con la excusa del ahorro de
costes en la tarifa eléctrica tenemos un nuevo elemento:
los contadores inteligentes de la luz (también conocidos como smart-meters). Con
ellos las compañías eléctricas van a proceder a la sustitución
progresiva de los antiguos contadores. Los chivatos electrónicos
tienen capacidad de telegestión (permiten la lectura a distancia de su consumo)
pero para ello necesitan emitir radiaciones similares a las de la
telefonía móvil, de manera intermitente. También los contadores del
agua o el gas podrían ser objeto de su sustitución, multiplicando la
contaminación electromagnética de los lugares que los
instalan.
En bajas frecuencias, las radiaciones no
ionizantes con mayor riesgo
potencial provienen de los centros de transformación, lassubestaciones y los cables
eléctricos de media/alta tensión, tanto aéreos como soterrados, o los que pasan
pegados a las fachadas de los edificios a la altura de los primeros pisos. Si
las líneas eléctricas no se apantallan con materiales de alta permeabilidad
magnética (y casi nunca se hace debido a su elevado coste) o se alejan una
distancia prudencial de las viviendas, se corre el riesgo de estar expuestos a
niveles de campos magnéticos elevados. Con el simple soterramiento de los cables
del transporte y distribución eléctrica se pueden frenar los campos eléctricos,
pero en ningún caso se consigen evitar los potencialmente peligrosos campos
magnéticos.
Cualquier aparato o
equipo doméstico que esté en funcionamiento (como el televisor, ordenador,
vitrocerámica, secador, etc.) suele provocar campos elevados,
que
por su
cercanía al usuario pueden atraer riesgos si la exposición es prolongada. Sin
embargo, estos últimos se podrían desenchufar para ver desaparecer sus
efectos por completo.
En ocasiones, vemos como personas
que siempre han gozado de un buen estado de salud pueden llegar a enfermar por
fuentes generadoras de campos electromagnéticos tales como aparatos
eléctricos (radio-reloj, cadena de música, etc.) que se encuentren muy cerca de
la cama. De igual forma, podremos ver que un niño que sufre de
nerviosismo, insomnio y dolores de cabeza, es capaz de dormir y estar calmado,
después de corregir los problemas existentes con el cableado eléctrico de las
paredes de su dormitorio. Los efectos de las radiaciones son acumulativos y se
pueden ver agravados si además tenemos nuestra cama situada encima de una corriente de agua subterránea, una falla geológica o un cruce de líneas de la red de Hartmann-Curry
(anomalías en el campo magnético terrestre). A veces tienen que pasar años hasta
aparece alguno de los síntomas mencionados. En los casos
antes citados, al alejar las fuentes que producían campos
electromagnéticos, al corregir el cableado eléctrico que pasa entre las paredes
o al cambiar de habitación, se devolvió la salud o produjo mejoras sustanciales
en la salud. ¿Eran estas personas eléctricamente sensibles? Si las
fuentes generadoras de radiación no hubieran sido identificadas y no se hubiera
reducido su exposición, estas personas podrían haber llegado a desarrollar una
intolerancia a los campos electromagnéticos más severa y
permanente.
Existen varios grados
de hipersensibilidad electromagnética, del mismo modo que
ocurre con la sensibilidad química. Aquellas formas susceptibles de
ser revertidas, son formas suaves de hipersensibilidad eléctrica. Cuando se ha
permanecido expuesto por largo tiempo, la persona se hace muy
sensible a las frecuencias iniciales (por ejemplo, de las antenas de telefonía).
Posteriormente y a medida que avanza el síndrome la persona se va
haciendo sensible también a otras fuentes emisoras de radiación electromagnética
(como por ejemplo de los router wifi, o los tubos fluorescentes). El hecho de
que se experimente el síndrome de
las microondas, aunque sea sólo una vez, debería considerarse como
una señal de aviso que nos manda el cuerpo de que podría existir cierto grado de
susceptibilidad crónica.
La
electrohipersensibilidad (también conocida como EHS por sus
siglas) puede convertirse en el eslabón perdido que
explique patologías tan dispares como la fatiga crónica,
fibromialgia, enfermedades cardiovasculares,
ciertos tipos de cancer, depresión, alzheimer,
Parkinson, enfermedades autoinmunes (lupus, artritis reumatoide,
enfermedad de Chron, psoriasis, esclerosis múltiple),
diabetes, candidiasis y muchos otros problemas recurrentes de salud para los
cuales las personas no encuentran respuesta ni alivio permanente por parte de la
medicina alopática.
¿Cómo tratar la electrosensibilidad?
No se dispone aún de
ningún tratamiento específico para la hipersensibilidad
electromagnética al no conocerse totalmente las bases fisiopatológicas de este
síndrome.
El método más efectivo para mejorar la calidad de
vida de los afectados consiste en evitar o
reducir al máximo la exposición a cada fuentes de radiación
electromagnética. Para ello puede resultar de gran ayuda solicitar los servicios
de un profesional independiente que nos examine detalladamente los lugares donde
dormimos, ya que es cuando nuestro cuerpo está en reposo y es más vulnerable
porque se segregan una serie de sustancias vitales (melatonina) para el correcto funcionamiento del
organismo que se ven alteradas si estamos sometidos a campos
electromagneticos. Asi mismo conviene que se revisen por completo el
resto de lugares de permanencia habituales dentro de casa, y en el
trabajo.
Los alimentos ricos
en melatonina como las nueces, avena, arroz
integral; y en triptófano (aminoácido
precursor de la hormona anterior) como
los plátanos, pipas de calabaza,
alga espirulina, pollo o pavo, pueden ayudar
a las personas sanas a prevenir los efectos nocivos de las
radiofrecuencias y a los afectados de electrosensibilidad a recuperar el
equilibrio perdido. De igual manera, los alimentos ricos en acidos grasos omega-3 como el aceite de lino,
de pescado azul (siempre que esté libre de metales), o de krill; y en compuestos
azufrados como el ajo, o el requesón pueden mejorarnos la circulación
sanguinea y ayudar a disminuir los dolores de cabeza, problemas de hipertensión
y/o pequeñas arritmias asociadas.
Las plantas adaptógenas pueden
ayudarnos a elevar nuestro sistema inmunitario y combatir la fatiga. El reishi, por ejemplo, es un hongo muy apreciado
en oriente por sus potentes efectos antitumorales, inmunomoduladores y
hepatoprotectores.
Hay que asegurarse de que no existen
carencias nutricionales en la dieta. Para ello conviene suplementarla con uno o
varios alimentos que sean ricos en vitaminas, minerales y oligoelementos, y
especialmente en el complejo de las vitaminas
B (mejoran la memoria, concentración y agilidad mental). Es el caso de
las semillas de chía hispánica, bayas de Goji, o cualquier
producto de las abejas (miel, polen, jalea real o
propóleo).
Para descargarnos de las radiaciones
electromagnéticas que hemos ido acumulando en nuestro cuerpo, podemos acudir
a terapias de biorresonancia
(moraterapia o quantum-SCIO) y repetirlas si fuese necesario o
mientras que no consigamos alejarnos de las fuentes que nos irradian en nuestro
entorno.
Los metales pesados
(mercurio, plomo, cadmio...) que se pueden acumular a lo largo de los años en
nuestro cuerpo y que suelen proceder de alimentos contaminados, de
las amalgamas
que tengamos en la boca, de tuberías antiguas que transporten el agua
que bebemos a diario, etc. y que pueden agravarnos la sensibilidad a las
radiaciones si no se eliminan a tiempo (baste recordar que los metales son muy
buenos conductores de la electricidad). Para limpiar nuestro organismo de estos
productos tóxicos va muy bien el alga chlorella, así como el ajo y el
cilantro.
La desintoxicación del organismo debe acompañarse de varias
limpiezas consecutivas de cálculos en la
vesícula biliar y el hígado, para evitar que sigan obstruyendo los
conductos hepato-biliares, y con ello dificultando el resto de procesos
regenerativos. Para ello se puede seguir el método descrito por Andreas Moritz
en su libro: Limpieza hepática y de la vesícula.
Algunas
recomendaciones para personas electrosensibles: |
- Examinar exhaustivamente con ayuda de un especialista las fuentes de
radiación de los entornos doméstico y laboral a los que podemos estar
expuestos habitualmente: campos eléctricos, magnéticos,
radiofrecuencias, microondas, electricidad estática, geopatías y radiactividad,
entre otros.
- Imprescindible sustituir los teléfonos inalámbricos de sobremesa (DECT)
por otros con el distintivo ecológico. Por ejemplo, el modelo AS200
de Siemens que cuesta unos 25 euros y no emite ninguna radiación
cuando está en la base (para ello hay que activar los modos ECO
y ECO+ a través del menú de opciones del teléfono). Una alternativa
mejor aún, son los teléfonos fijos alámbricos.
- Limitar el uso del teléfono móvil. Tratar de no usarlo dentro de
estructuras metálicas y/o en movimiento (coches, autobuses, trenes, ascensores,
etc.) asi como en lugares con poca cobertura porque el móvil emite con más
fuerza. Mantener el terminal lo más alejado como sea posible de la cabeza y del
cuerpo utilizando para ello el altavoz (manos libres).
- Sustituir las redes WiFi por cables (ethernet).
- Cambiar los antiguos monitores para ordenador de
tubo de rayos catodicos por pantallas planas (LED o LCD/TFT).
- Los flexos con bombillas halógenas suelen llevar adosados a su base un
transformador que emite campos magnéticos muy intensos. Los tubos fluorescentes
también, asi como las bombillas de bajo consumo cuando están a poca distancia de
nuestro cuerpo. Conviene sustituirlos por bombillas de tipo incandescente, o por
halógenas sin transformador, o por diodos LED.
- Ventilar el interior de las viviendas al menos 15 minutos cada día y/o
instalar aparatos generadores de iones negativos para mejorar la calidad del
aire y reducir la carga electroestática.
- Cambiar la ropa sintética (favorece la electricidad estática) por
tejidos de origen natural.
- Aumentar la ingesta de productos frescos (frutas, verduras,
hortalizas...) preferentemente de cultivo ecológico, y tratar de
evitar las frituras, los productos industriales, refinados y/o adulterados, asi
como los cocinados con horno microondas.
- ¡Ojo con los vigila bebés!. Su misión es la de alertarnos de posibles
problemas, pero también están emitiendo continuamente radiaciones
electromagnéticas. Nuestros recien nacidos tienen una fisiología aún
extremadamente débil como para poder soportar un clima eléctricamente
hostíl.
- Caminar descalzo (o con suelas de cuero) sobre
césped, arena o baldosa, para descargarse gradualmente de la electricidad
estática acumulada...
|
Además
de todo esto, hay que denunciar, manifestarse, recoger firmas y exigir ya a
nuestros políticos el reconocimiento por ley del potencial riesgo sanitario de
los campos electromagnéticos. Las nuevas leyes deberían tener en cuenta los
sectores más susceptibles de la población, como los niños, los ancianos y los
enfermos asi como estar en consonancia con los estudios científicos más
actuales. Dichos estudios recomiendan adoptar
límites de exposición en función de los efectos que puedan tener las radiaciones
sobre las personas a medio y largo plazo. Hay que tomar ejemplo de países
como Italia, Suiza, Polonia, Rusia o China donde sus gobernantes en base al
principio de precaución y al sentido común, han promulgado valores máximos de
exposición miles de veces más bajos que en España.
Es
necesario difundir la existencia de la electrosensibilidad, primero para
defender los derechos de las personas ya enfermas y también, para prevenir a los
demás con el fin de que no la padezcan.